Las nuevas tendencias de consumo apuestan por menos ropa fast fashion y más ropa de reuso.
La moda cambió con la pandemia. Ahora, los consumidores, sobre todo los más jóvenes, han migrado a buscar opciones más sostenibles, y con ello se han abierto opciones para darle a las prendas una segunda oportunidad.
Las grandes empresas han optado por lanzar opciones de ropa bajo estas características. Adidas, la marca de ropa deportiva, tiene una línea de moda sostenible, y su catálogo considera desde playeras y tenis hechos con redes de pesca, plásticos y materiales naturales. La compañía ha compartido que incorporaría más materiales sostenibles.
Y no es la única. Otras empresas de fast fashion también empiezan a sumar prendas sostenibles como C&A y H&M, esta última que también ofrece descuentos a los compradores que llevan prendas que ya no utilizan para darles una segunda oportunidad, ya sea reparando o reciclando el textil.
Con el COVID-19 y el confinamiento, la industria de la moda perdió la temporalidad. Ya no era necesario tener un outfit listo para verano u otoño cuando la mayor parte de la población optó por ropa cómoda para trabajar en casa. Con el cierre de centros comerciales y otros punto de venta, las empresas se quedaron con la ropa en los almacenes y esto ha llevado a evitar la llegada al mercado de colecciones de temporada.
Las marcas de fast fashion también metieron freno a las colecciones que lanzan en un año, que por lo menos sumaban 20 distintas y esto ha llevado al mercado a pensar una estrategia contraria: el slow fashion o moda lenta, que apremia las prendas de vestir atemporales y, también, más amigables con el medio ambiente.
La industria de la moda registró una disminución de 20% en los ingresos en 2019 y 2020, mientras que su flujo operativo disminuyó en 3.4 puntos porcentuales a 6.8%, de acuerdo con cifras del McKnsey Global Fashion Index (MGFI). El análisis detalla que alrededor del 7% de las empresas abandonaron el mercado por completo, por problemas económicos o porque fueron compradas por rivales.
Sara García, directora asociada en la Escuela de Negocios del Tec de Monterrey Campus Toluca, doctora en Economía y Dirección de Empresas, comenta que esta tendencia trata de revertir la contaminación que se genera con la maquila de ropa, desde las emisiones de CO2, con una fabricación más artesanal, que también considera textiles y tintas,
“Con el slow fashion se trata de privilegiar una economía circular,de incentivar la ropa fabricada a mano, con telas más orgánicas y las empresas tienen que apegarse porque de alguna manera tienen que sacar todo el inventario que se ha quedado y que no han vendido por la pandemia”, declara.
Y en medio de estos cambios, para la especialista los ganadores de la industria en México, pueden ser los diseñadores mexicanos, cuyos conceptos desde su concepción integran muchas de estas características de sostenibilidad que ahora serán más solicitadas por los compradores. “Muchos de los diseñadores mexicanos tiene una oportunidad para alentar la venta de sus bolsas, zapatos, ropa, que pueden empatizar con el consumidor y que están muy orientados a la economía circular, a proteger al medio ambiente y también aportan a la inclusión al portar tejidos artesanales fabricados en comunidades indígenas”, añade.
Entre algunos de los diseñadores que cumplen con estas características están Francisco Cancino, que apuesta por la moda lenta y la confección sostenible, o Cynthia Buttenklepper, que trabaja con prendas de saldos y que encuentra en depósitos textiles.
Una nueva oportunidad
Darle una segunda oportunidad a la ropa también es una de las lecciones aprendidas por la pandemia, lo que da fuerza a la compra de ropa de reuso. Es común ver que las redes sociales como en plataformas digitales se han convertido en un escaparate para estas prendas.
“La pandemia nos enseñó que la ropa se puede volver a usar, cuando antes se usaba máximo nueve veces y se tiraba a la basura. Hemos aprendido a que tenemos que vivir con lo que tenemos y que la ropa debe estar en congruencia con lo que somos”, declaró la especialista del Tec de Monterrey.
GoTrendier es una startup que ha logrado crecer con esta tendencia. La aplicación, que permite comercializar la ropa de segunda mano, tiene seis millones de usuarias, quienes pueden tener un ingreso extra con la ropa que tienen en el closet sin usar.
Cayetana Abad, country manager de GoTrendier México, comenta a Expansión que las prendas se ofrendan con un costo entre el 50 y el 80% menor al de tienda, con la oportunidad de negociar los precios entre las compradoras y las oferentes.
“La pandemia ha marcado un crecimiento exponencial en el mercado de segunda mano a nivel mundial y con las tiendas cerradas, las aplicaciones de ropa de segunda mano rompimos récords de crecimiento y en 2020 fue un año con mayor incrementos y triplicamos las ventas de 2019 y en 2021 estuvimos en el mismo camino”, detalla.
La plataforma, que también opera en Colombia, tendrá un cierre de año con una facturación de 40 millones de dólares, un aumento de 50% respecto a 2020 y para 2022, proyectan spera una facturación de 80 millones.
En tanto, los directivos son optimistas respecto al crecimiento en el futuro de la aplicación, y proyectan que en los próximos 5 años el mercado de la ropa de segunda mano sea más grande que el de fast fashion.