La parentificación emocional puede tener consecuencias hasta la edad adulta y alterar por completo el desarrollo psicosocial de la persona que lo padeció
La parentificación emocional es una dinámica dañina e invisible que se lleva a cabo en muchas familias. Esta aparece cuando los hijos se convierten en los confidentes o consejeros de alguno de sus progenitores, aunque existen casos en los que ambos padres suelen practicarla.
Este fenómeno crea un trauma invisible y detectarlo suele ser difícil porque los padres no se percatan del daño que ocasionan a corto, mediano y largo plazo al contarles a sus hijos problemas que solo deben corresponderle a los adultos.
Un ejemplo claro de esta práctica es cuando una madre o un padre habla con sus hijos todos los problemas que sufren en su matrimonio, generando así en preocupación y miedo en los pequeños de la familia, y es justo ésta dinamica comunicativa y sin filtros a la que conocemos como parentificación emocional.
Son muchos los adultos que fueron niños parentificados cuando se convirtieron en esas figuras que siempre mediaban con los problemas de los mayores, pues se les cargó de una responsabilidad que no les correspondía.
La parentificación emocional suele presentarse con mayor frecuencia en las edades de 8 a los 12 años, pero puede tener consecuencias hasta la edad adulta y alterar por completo el desarrollo psicosocial de la persona que lo padeció.
Las causas que generan este comportamiento por parte de los padres son muchas, pero en su mayoría suelen estar relacionadas con problemas económicos hasta trastornos de salud mental o adicciones.
La parentificación es un concepto acuñado por el psiquiatra Ivan Boszormenyi-Nagy y lo definió como la carga de responsabilidades en infantes que le competen a los adultos. Situación que al invertir los roles adulto-niño sacrifica por completo las necesidades propias de la infancia.
Pero este comportamiento no es nuevo, ya que en muchas familias, se reconoce que los adultos mayores, como las abuelas cuentan a menudo cómo de niñas tuvieron que ocuparse de sus hermanos pequeños y familiares, incluso, las pequeñas asumían responsabilidades que no eran propias de su edad, y aunque también ocurre con los niños, es más visto en las niñas.
En la actualidad, podríamos definir la parentificación emocional como esa práctica en la que un niño se convierte en el confidente, consejero y cuidador emocional de un adulto.
Para los expertos la parentificación emocional es como una forma de “incesto psicológico”, pues el niño asume (a nivel psicológico) una responsabilidad similar a la de una pareja afectiva. O sea que se enfrenta a escuchar los miedos, las preocupaciones, los anhelos y las necesidades de sus progenitores, e incluso, muchos padres se atreven a pedir retroalimentación del conflicto a los propios hijos.
Así que volcar en un niño las insatisfacciones vitales de un adulto y sus problemas psicoemocionales, no deja de ser una forma evidente de maltrato psicológico ya que la carga mental puede ser enorme.
Ningún niño o una niña está mental y emocionalmente preparado para ser confidente y consejero de sus progenitores, y mucho menos le corresponde tratar de conciliar y decidir entre el padre y la madre, que en muchos casos, con esta práctica es lo que buscan los padres.
Características de la parentificación emocional
Los padres solo hablan con sus hijos de sus propias necesidades y problemas. Las realidades y necesidades propias del niño quedan en segundo plano.
Los progenitores atribuyen a los niños capacidades maduras que no tienen. Proyectan sobre ellos la idea de que ya son mayores, y que pueden responsabilizarse de casi cualquier cosa.
Se comparte con ellos todo tipo de intimidades, problemas, necesidades, miedos y ansiedades.
Asimismo, es común que estos niños deban atender a sus padres cuando lloran, sufren ansiedad, estrés o insomnio.
La carga de responsabilidades hace que los niños no vivan una infancia normal, y que dejen de lado las actividades que realmente son su obligación o pasa tiempo favorito.
Muchos niños y niñas que padecen esta dinámica familiar suelen tener accidentes en cama, es decir, que las preocupaciones generadas por los padres les genera dificultad para controlar sus esfínteres.
Muchos de los adultos que ejercen la parentificación emocional tienen a hablar de suicidio o a intentarlo, y por consiguiente, los más afectados son los niños porque corresponden a su actitud de responsabilidad la necesidad de rescatar a sus padres, o bien, buscar salidas similares.
Las características mencionadas, ocurren en el momento que se lleva a cabo la parentificación, sin embargo a mediano y largo plazo también aparecen estragos de haber padecido esta práctica en la infancia.
Por ejemplo, hay personas que están pendientes de todos a su alrededor y ellos se dejan al final. También hay quienes no saber socializar o entablar una conversación sin que de por medio haya un conflicto que escuchar.
En lo laboral, hay gente que se carga de responsabilidades extras, y las asumen como suyas, y así como estos ejemplos existen muchos otros donde adultos que padecieron parentificación en su infancia continúa viviendo con las consecuencias.