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La adicción al amor o la obsesión por tener pareja que puede acabar en dependencia

Cuando se encadena una relación de pareja tras otra, ¿es por que se quiere o por que se necesita? Hablamos con una psicóloga experta en relaciones para averiguar el origen de este enganche a tener pareja y cómo puede afectar a la autoestima.

Tomando como modelo la típica expresión de La vecina rubia en cuestión de parejas, podría decirse que todas tenemos una amiga que no sabe estar sola y si tú no la tienes, es que eres tú. Algunos expertos han convenido en catalogar a este tipo de personas como adictos al amor, estableciendo que se trata de personas que no pueden vivir sin una pareja, no saben vivir la vida sin tener con quien compartirla. Hemos querido profundizar en esa idea de la mano de la psicóloga especializada en relaciones Marta Martínez Nova, quien acaba de publicar Que sea amor del bueno (Zenith), un libro sobre responsabilidad afectiva, clave en el desarrollo de las emociones.

¿QUÉ ES LA ADICCIÓN AL AMOR?
Según algunos psicólogos la adicción al amor se da cuando existe un comportamiento obsesivo por mantener una relación de pareja. Las personas que lo sufren se angustian cuando acaba una relación y buscan desesperadamente comenzar una nueva. Otros, en cambio, añaden la idea de dependencia como término clave en la descripción. Los adictos al amor, por tanto, serían personas extremadamente dependientes de su pareja. Por otro lado, si atendemos al significado de adicción donde se limita a un comportamiento que se repite con frecuencia pese a las consecuencias negativas que puede reportar, podría decirse que la adicción al amor es una dependencia emocional en pareja cuya relación es nociva para el individuo.

Marta Martínez Novoa duda de que el término pueda utilizarse como tal y añade luz sobre el origen de esta concepción. «No sé si existe una adicción al amor como tal, pero lo que sí existe seguro es un mandato social, una creencia implícita, que asocia el tener pareja con tener más éxitos, ser más válido o ser más deseable. Entonces, quizás no exista una adicción al amor como tal, sino que entendemos que necesitamos el amor para ser valiosos, y tal vez eso es lo que nos lleva a buscar el amor desesperadamente».

VIVIR SIN PAREJA
De ese mismo mandato, la experta deriva la existencia de un miedo a vivir sin pareja. «Al final si nos están diciendo que lo deseable es tener una pareja, parece bastante lógico que pudiésemos tener miedo a estar sin pareja, que no creo que sea lo mismo que estar solo» diferencia Marta Martínez Novoa. Con ello, nos explica, nos podemos sentir vulnerables y, paradójicamente, lo maquillamos con el individualismo que cada vez impera más en nuestra sociedad.

¿Sabemos vivir sin pareja? «Más que saber algo que sería importante es aprender, es decir, en el fondo todos sabemos vivir sin una pareja, pero creemos que no. ¿Por qué? Porque al final, en los cuentos infantiles, películas y demás, se nos enseña desde pequeños que una princesa no es nada sin un príncipe, que el amor es lo más importante…», comenta la autora quien insiste en la importancia sobre deconstruir esas creencias que asocian el tener pareja como casi la única vía para la felicidad. Sin olvidar lo importante que es autoconocernos, trabajar sobre nosotros, nuestra autoestima y nuestras heridas para no depender de tener una pareja si queremos sentirnos bien.

DE DEPENDENCIA EMOCIONAL
Establecer una etiqueta de «ser dependiente» puede que simplemente afiance esa idea de manera que sea más complicado el cambio. Vivir una situación de dependencia emocional parece más fácil de revertir que ser una persona dependiente. «Si lo que queremos es reconocer dependencia emocional, es interesante fijarnos en qué estilo de apego tenemos, un tema muy complejo y amplio que se refiere -principalmente- a cómo fueron los primeros vínculos en nuestra vida, de ellos aprendemos cómo somos, qué podemos esperar de los demás… Si con ellos hemos percibido que no estaban disponibles emocionalmente de alguna forma, es muy probable que desarrollemos cierto miedo al abandono, y esto, muy a grandes rasgos, se puede entender como un estilo de apego ansioso», explica la psicóloga Marta Martinez Novoa.

Este modelo de apego nos enseña que casi de manera implícita que nos van a abandonar, por lo que vivimos haciendo todo lo posible por mantener a las personas, especialmente a nuestra pareja, a nuestro lado. De esa manera se deja de disfrutar de la relación para vivir en constante sacrificio y esfuerzo, relegando la felicidad propia al estado de complacencia del otro. «Esto es ciertamente muy peligroso porque al final vamos perdiendo nuestro criterio y, en cierto modo, vamos perdiendo nuestra identidad también», explica Marta Martínez Novoa.

UNA RELACIÓN TRAS OTRA
Además de las creencias y mandatos sociales que hemos comentado antes, la experta señala dos factores importantísimos que influyen en que encadenemos relaciones pese a que no sean sanas. El primero es no saber diferenciar lo que es sano de lo que no. Y tiene mucho que ver con lo que hasta ahora hemos aprendido sobre cómo debe ser el amor, el que se ha transmitido tanto culturalmente como tradicionalmente: amores intensos, con subidas y bajadas, con discusiones y reconciliaciones, subidones y bajones. Es cierto que no siempre todo va viento en popa en una relación, pero ese tipo de amor no es sano ni normal. En una relación debe haber tranquilidad incluso cuando haya momentos de conflicto. La sensación más saludable que puede transmitir una relación es la de estabilidad.

El otro factor tiene que ver con la sociedad de consumo en la que vivimos. Tal como explica la psicóloga Marta Martínez Novoa: «Esta sociedad de consumo inmediato ha llegado a los vínculos de la mano del capitalismo y de la mercantilización de los vínculos. Entonces, al final entendemos los vínculos como ¿por qué no puedo tener también no sé cuántas relaciones encadenadas? Al final los vínculos se convierten en un bien más de consumo y no en algo que nos une y que requiere cuidado e implicación, sino como en algo más que se consume de manera inmediata y que se acaba en algún momento».

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