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Las niñas y la ciencia: Hay mucho talento en México, pero no lo miramos

Apenas el 13% de las mujeres que egresaron de la universidad el año pasado en el país cursaron carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés); las barreras de acceso son muchas.

Iban a dedicar la tarde a platicar y caminar por el pueblo, una pequeña población minera en Hidalgo. Pero su mejor amiga, una chica de secundaria, no entendió la clase de matemáticas. Derrotada antes de tiempo, insistía en que eso no era para ella. “Si te repites eso, menos vas a comprender”, le dijo Zariffe, quien cursa sexto de primaria, y luego se puso a explicarle cómo resolver las ecuaciones, pero, sobre todo, “lo bonitas que son”.

En Grecia, las mujeres también integraban la Escuela Pitagórica y, “a través de su conexión con la naturaleza, observaron las matemáticas e iniciaron un camino de contemplación, que después se llamó Cosmos”, cuenta Gisela Espinosa Guia, especialista en educación matemática con perspectiva de género. Se sabe poco sobre este aspecto en México antes de la colonización, pero el enlace entre mujeres-naturaleza-matemáticas debió ser algo así.

Siglos después y en un sistema patriarcal, “las niñas de primaria presentaron mejores resultados en las pruebas del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) de matemáticas que los niños, situación que se revierte en secundaria y se amplía al finalizar el bachillerato”, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).

En 2021, sólo 13.5% de las mujeres profesionistas egresaron de carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). En ese contexto se conmemoró este fin de semana el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2016.

El problema es para el país, que no aprovecha el talento de millones de niñas y mujeres para crecer. Para la sociedad, que sigue teniendo una mirada masculina en esas especialidades. Y para ellas, que pueden tener un proyecto de vida por ese rumbo, pero sin políticas públicas que las apoyen, seguramente virarán otro.

“Al llegar al mercado laboral, las mujeres que estudiaron carreras STEM tienden a ganar más y enfrentan una brecha salarial menor: 18% en contraste con 22% para profesionistas de otras áreas”, según el Imco.

La niña matemática
Zariffe Yamel Céspedes Pelayo es campeona nacional e internacional en matemáticas. En 2021 se presentó al certamen internacional más importante: la Competencia Internacional de Matemáticas (IMC por sus siglas en inglés), organizado por Indonesia vía remota. Entre niños y niñas de más de 100 países, la pequeña de 11 años obtuvo la medalla de plata.

Además, ha concursado en otros certámenes en México y Latinoamérica, donde ha logrado volver a Otongo, en el municipio de Tepehuacán, en Hidalgo, con medallas de oro.

“Mi mamá es maestra y entrena a los alumnos de sexto para que concursen en competencias de matemáticas”, cuenta en entrevista junto a su madre, la maestra Alejandra Pelayo. “Yo veía y me llamaba la atención, entonces, mi mamá me puso a resolver problemas y se me facilitaron”.

La niña cursaba el tercer año de primaria, pero para las competencias en el país deben estar en cuarto grado, así que ese año se preparó. Y lo sigue haciendo. “Mi entrenamiento en realidad es de ocho horas diarias, me queda un rato en la tarde. En ese tiempo me gusta salir a caminar con mi mejor amiga o mi perrito”.

Para cuando llegó a cuarto, ella estudiaba los contenidos de quinto y sexto grados. En quinto, comenzó a tomar las clases de matemáticas de secundaria, en ese nivel ya va en tercero. En el 1er Concurso Femenil Nacional de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas, en el que ha sido la participante más joven, la mayoría son chicas de preparatoria.

“Ahí me di cuenta que me faltan muchas cosas por aprender” y dominar mejor los nervios de los exámenes, “porque me desconcentran, es muy feo. Con el paso del tiempo he podido controlarlos mejor. Pero todo ha valido la pena, los esfuerzos tienen su recompensa”.

Esfuerzos sectoriales
“Con la experiencia de Zariffe, tenemos experiencia para preparar a los alumnos. Sabemos mejor qué preguntas les harán”, cuenta la maestra Alejandra Pelayo.

Por ello, a nivel estatal, hay un grupo de profesores y profesoras que se dedican a entrenar a estudiantes para este tipo de competencias. En diciembre, Alejandra Pelayo fue invitada a formar parte y desde ese espacio se ha dado cuenta de la falta de apoyo.

Sin embargo, la revolución del movimiento STEM para las niñas, señala Gisela Espinosa, se ha quedado en programas de corto plazo, donde predominan las pruebas estandarizadas y la difusión de estadísticas que señalan “las diferencias y no en qué se distinguen, cuáles problemas resolvieron, cómo los procesaron, desde dónde los miraron, cómo se apropian del saber”.

Muchas iniciativas replican esa narrativa de “hacerles saber que ellas pueden” y eso tiene una raíz patriarcal y adultocéntrica: desde el exterior y de una figura de autoridad, decirle a una niña lo que quizá ella sabe o intuye.

Además, apunta, las charlas de mujeres científicas para motivarlas ayudan, pero se requiere más que eso. Las y los docentes juegan otro papel, “no siempre les interesan esos temas, los toman porque les sirven para cubrir tiempo y contenidos. Se requiere mirarlas, hacernos conscientes, motivarnos nosotros primero y luego incluirnos a su mundo, no al revés”.

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